Julia Roberts y Clive Owen protagonizan este confuso pero entretenido thriller sobre dos ex agentes de inteligencia al servicio de dos corporaciones rivales que se involucran sentimentalmente y planean un golpe maestro contra ambas. Duplicity se estrena el 20 de marzo.
UN PLAN PERFECTO
Ella estaba en la CIA, él en el MI6; ella es americana, él inglés... parece una canción de Arjona, pero no: nuestros héroes -o antihéroes- son ex agentes secretos, hoy dedicados al espionaje corporativo. Ray Koval (Clive Owen) y Claire Stenwick (Julia Roberts) -una de las parejas más sexies en pantalla en esta temporada de cine, hay que admitir- trabajan para empresas rivales, pero tienen un romance clandestino y medio perverso entre ellos, que va saltando de ciudad en ciudad y en el tiempo.
Las corporaciones multinaciones rivales tienen como presidentes por un lado a Howard Tully (Tom Wilkinson) y por el otro a Richard Garsik (Paul Giamatti), enemigos acérrimos que andan tras la fórmula de un producto revolucionario que les puede representar una millonada de ganancias. Los intereses en juego son enormes y ambos están dispuestos a cualquier cosa con tal de llevarse el premio mayor.
Sin ánimo de revelar mucho, tanto Ray como Claire andan pisándose los talones, por un lado, y citándose para hacer el amor por el otro. Pero nada parece estar claro, cuando las secuencias se suceden yendo para adelante y atrás en el tiempo, con la repetición deliberada de diálogos como para confundir a cualquiera. Repito, nada está claro hasta el puro final, que ciertamente es inesperado. Como debería ser, pues muchos cinéfilos están aburridos de los finales predecibles.
No es el caso en Duplicity, una ingeniosa trama -escrita y dirigida por Tony Gilroy- que te mantendrá en esa confusión, tratando imposiblemente de encontrarle sentido a cada detalle.
UN PLAN PERFECTO
Ella estaba en la CIA, él en el MI6; ella es americana, él inglés... parece una canción de Arjona, pero no: nuestros héroes -o antihéroes- son ex agentes secretos, hoy dedicados al espionaje corporativo. Ray Koval (Clive Owen) y Claire Stenwick (Julia Roberts) -una de las parejas más sexies en pantalla en esta temporada de cine, hay que admitir- trabajan para empresas rivales, pero tienen un romance clandestino y medio perverso entre ellos, que va saltando de ciudad en ciudad y en el tiempo.
Las corporaciones multinaciones rivales tienen como presidentes por un lado a Howard Tully (Tom Wilkinson) y por el otro a Richard Garsik (Paul Giamatti), enemigos acérrimos que andan tras la fórmula de un producto revolucionario que les puede representar una millonada de ganancias. Los intereses en juego son enormes y ambos están dispuestos a cualquier cosa con tal de llevarse el premio mayor.
Sin ánimo de revelar mucho, tanto Ray como Claire andan pisándose los talones, por un lado, y citándose para hacer el amor por el otro. Pero nada parece estar claro, cuando las secuencias se suceden yendo para adelante y atrás en el tiempo, con la repetición deliberada de diálogos como para confundir a cualquiera. Repito, nada está claro hasta el puro final, que ciertamente es inesperado. Como debería ser, pues muchos cinéfilos están aburridos de los finales predecibles.
No es el caso en Duplicity, una ingeniosa trama -escrita y dirigida por Tony Gilroy- que te mantendrá en esa confusión, tratando imposiblemente de encontrarle sentido a cada detalle.
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